
En la primera jornada narra su feliz infancia con su familia (troupe de teatro) y el asesinato de ésta por parte de unas extrañas criaturas, los Chandrian. A partir de entonces, el destino de Kvothe será la venganza.La naturaleza del best seller es algo muy curioso. Existen autores que, tras varios libros menores, encuentran su particular piedra filosofal cuando deciden transitar caminos más ambiciosos. Otros, sin embargo, son bendecidos por la gracia del público con su primera novela, aunque ésta no esté dotada de la fuerza lírica que te suele dar la experiencia y sea juzgada sin piedad por gran parte de la crítica.
Pero, a veces, muy pocas veces, podemos asistir a estas dos situaciones en un mismo libreto: un debut ambicioso e inteligente que obtenga las loas de la crítica y la recompensa del público. Y es aún más extraño cuando nos referimos a una novela del género fantástico más puro, poco dado a encontrarse en la lista de los más vendidos junto a los creadores de los alimenticios thrillers históricos.
El primer libro de las llamadas Crónicas de un regicida (título que ha sido obviado en España) me ha impactado porque huye de todos los clichés del género. Rothfuss trabajó incansablemente catorce años seguidos para que la historia de Kvothe no contuviera ninguna de las siempre irritantes convenciones del género (y las que hay son tratadas desde un prisma muy realista). Como el propio autor confiesa, no hay aquí “profecías, ejércitos de duendes, villanos que quieren destruir el mundo, elfos con arcos, enanos con barba o bolas de fuego.
El protagonista no es estúpido, no tiene un compañero sabio o gracioso y no hay fieles animales de compañía.” Y es esta huida deliberada de las convenciones que podemos encontrar en cualquier relato que siga la estela marcada por Tolkien lo que convierte a El nombre del viento en una aventura insólita y preciosa.
Kvothe es artista, músico, mago y, finalmente, héroe; un ser que busca venganza y, sobre todo, conocimiento para poder cumplir esa venganza. Su historia nos es narrada por el propio Kvothe, utilizando el recurso inteligente de alternar el presente (el momento en el que narra su leyenda) con el pasado (su historia), un pequeño ardid que muy bien administrado por el autor convierte a El nombre del viento en una excelente novela de misterio.Aunque Patrick Rothfuss sólo nos haya regalado la primera parte de sus aventuras (la niñez y adolescencia de Kvothe), un servidor espera con ansia las otras dos entregas con la esperanza de que sean igualmente sobresalientes.